El diseño arquitectónico y la perspectiva de género presenta un reto al abordarlo sin darle un peso a un género en particular, el espacio debe ser inclusivo y habitable para todas las personas; sin embargo, el usuario al apropiarse del espacio le dará un uso y una perspectiva de género, p. ej. niños usando una cancha de fútbol mientras las niñas platican en las gradas o reunidas en el patio.
Cada espacio se percibe de manera diferente, mucho se ha dicho que el hogar es el lugar dónde pasan más tiempo las mujeres, y los hombres viven el espacio abierto durante más tiempo; como mujeres somos más sensibles y nuestra percepción sensorial es mayor que la de los hombres, queremos espacios inclusivos y cómodos, espacios donde podríamos sentirnos más acorde al sentimiento de estar en nuestro hogar.
En lo que respecta a la edad, las mujeres viven por más tiempo que los hombres, por lo que es más común que permanezcan solas en los últimos años de su vida, como profesionales debemos poner especial atención a las implicaciones que surgen por ello. Algunos de los retos relacionados con esto son los siguientes: mantenerse viviendo en su hogar, mantener su independencia y autonomía, contar con la ayuda y los recursos necesarios para poder garantizarlo y contar con una red social de apoyo, mantenerse conectadas socialmente. Un buen diseño puede facilitar y aportar positivamente en la colaboración y solución de estos retos.
El diseño y el uso de los espacios debe de evolucionar alineado a los objetivos mundiales de inclusividad, equidad y accesibilidad; nuestro papel como arquitectos deberá ser diseñar para todas las personas tomando en cuenta las barreras de género, edad, grupo social y diferentes capacidades, lo podemos hacer empezando por nuestros hogares y los espacios públicos existentes asegurando que sean adecuados a nuestras distintas etapas de la vida, que sean espacios accesibles, funcionales, seguros, cómodos y eficientes acorde a nuestras actividades regulares.
Colaboración de Adriana Riquelme.